Slow parenting

Ahora que estoy en esta fase tan bonita de mi vida, el embarazo, surgen muchas dudas y conversaciones con otras madres o futuras madres y padres. ¿Es posible criar a nuestros hijos sin gritar, sin vivir nerviosos? Sí, es posible, pero entrarán en juego factores varios, unos relacionados con la capacidad personal y otros no.

Nuestra principal ansiedad suele venir de la conciliación entre familia y trabajo, y, normalmente, vemos que no llegamos a todo. esto genera frustración, ansiedad, irritabilidad, enfado, culpa…. Muchos padres optar por la compensación material de la ausencia en casa o el exceso de actividades extraescolares «para que no se enteren», esto es algo que frecuentemente veo en consulta, cuando no dejan que jueguen lo que quieran a los videojuegos como mecanismo de compensación o distracción. Sin embargo, estamos consiguiendo que los niños aprendan rápido, que se queden sentaditos frente a una pantalla sin molestar, que sean los primeros en sus actividades extraescolares, que no se aburran… en definitiva, para muchos, niños perfectos. Para ello, como padres, debemos pulir, proteger, presionar lo que haga falta. Pero, ¿cuál es el resultado real? Niños estresados, con problemas de tricotilomanía, trastornos del sueño, trastornos alimentarios, ansiedad, somatizaciones a través de dolores de cabeza y/ o estómago; y padres agotados, perdidos, ansiosos y con un grandísimo sentimiento de culpa y desesperanza.

¿Qué hacer entonces? Ésta es la gran pregunta, y la respuesta es muy sencilla: relajarse. Yo aconsejo practicar un estilo de crianza más tranquilo, más consciente. Debemos tener presente que el amor es nuestro pegamento y es lo más importante, es la función principal: demostrarles que les queremos incondicionalmente, por encima de lo que queremos que sean, de las expectativas… darles la seguridad que necesitan en base a nuestro a amor, permitiendo y fomentando que experimenten, exploren y se aventuren.

Nuestros hijos no son iguales, tienen habilidades y limitaciones diferentes, por lo que debemos valorar lo que son, validar sus sentimientos, no comparar y reconocer sus cualidades y defectos.

Olvidaos del «tengo que» en el que vivimos, céntrate en lo que tu hijo necesita en cada momento, lo que tu familia necesita y según dichas necesidades, decide con sentido común, si necesitáis ayuda, pedidla.

La perfección no existe en la parentalidad, es normal desesperarse en ciertas situaciones como cuando ves que los dos hermanos se están peleando o cuando tu hijo presenta una actitud desafiante. Aunque el impulso primario sea huir o pegar, para, respira y piensa que todo pasa, no te culpes por tu falta de paciencia puntual y céntrate en solucionar la situación que tienes delante.

Ser padre o madre exige presencia y tiempo de calidad donde poder comunicarnos y conectar, sentir y disfrutar.

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